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miércoles, 6 de febrero de 2013

El reiki y el karma

Hay casos en los que el reiki,aunque sí ejerce un efecto de relajación sobre el organismo de quien recibe el tratamiento,no provoca una mejoría efectiva de sus condiciones físicas.
Esto ocurre principalmente por dos cosas:
  • la enfermedad ha causado en el organismo del paciente un daño irreparable
  • el paciente no quiere curarse
Para algunas personas estar enfermas implica convertirse en el centro de la atención familiar,recibir unos cuidados que normalmente tal vez se le niegan.En tal caso,la enfermedad se convierte en una petición de ayuda y de amor.Y,lo que es peor,puede ser el único vehículo mediante el cual esa persona se relaciona con el mundo exterior.
De ser así y aunque la mente consciente del enfermo desee realmente curarse,en su interior hay una parte (subconsciente)que desea,por el contrario,que la enfermedad se prolongue.Y esta última parte es la que vence.
Ante un tratamiento sobre el que acabamos de describir,resulta muy difícil poder intervenir limitándose alos simples tratamientos físicos.Tendremos que recurrir a los tratamientos mentales para suscitar en la persona una actitud adecuada tanto respecto a su enfermedad como,sobre todo,respecto a su curación.
También es posible,aunque parezca raro,que esa persona deba experimentar esa enfermedad.Puede ser que la obligación de pensar en la propia salud sea necesaria para un individuo que ha sacrificado cualquier atención en sí mismo en beneficio de su carrera o cualquier otra cosa.
O bien que la víctima de un accidente provocado por un acceso de ira deba transcurrir algo de tiempo reflexionando sobre su temperamento.

Hay muchas posibilidades pero todas nos dicen que a veces el malestar es un mensaje que el universo nos manda del único modo posible: obligándonos a destruir los ritmos inalcanzados de nuestra vida y a ralentizarlos modificando nuestras costumbres de vida e incluso pensamiento.
Y llegados a este punto,llegamos al concepto oriental de karma.
El concepto de karma (el término procede de la raíz sánscrita kri,que significa hacer)es uno de los más importantes en la tradición del budismo.
Podríamos definir el karma como una ley universal de causa y efecto,que puede resumirse en el proverbio occidental según el cual "recoges lo que siembras".
Como otros muchos conceptos procedentes de las culturas orientales,también el del karma ha sido y es,objeto de malentendidos y desviaciones del significado que se le atribuye en su cultura de origen.En Occidente,de hecho,el concepto de karma,muy vinculado a la idea de la reencarnación,se considera erróneamente una especie de condena a sufrir los errores que se han cometido con los demás.Nada más falso.
En realidad,se trata de una especie de impronta que nuestro comportamiento deja en nuestra mente: si una persona realiza una buena acción,tanto estas como las motivaciones que lo han guiado dejarán una huella en su mente y esto es lo que se conoce como buen karma.Y al revés: si comete una mala acción,la impronta que este dejará en la mente constituirá el mal karma.
El karma influye en una persona de dos modos distintos.
El primer tipo de influencia atañe las tendencias mentales: si una persona se deja arrastrar por la rabia con frecuencia y lleva a cabo muchas acciones bajo la influencia de este sentimiento,su mente se llenará de improntas provocadas por experiencias y sensaciones de rabia; por consiguiente,la tendencia mental a la rabia se verá reforzada y aumentada por las probabilidades de que,en situaciones similares,reaccione del mismo modo.
Otro tanto puede decirse respecto a las acciones llevadas a cabo bajo la influencia de sentimientos positivos como el amor,la amistad o el altruismo: se creará o reforzará una tendencia a actuar siempre de aquella manera,esta vez en sentido positivo.
Como se ve,se respeta plenamente el principio de una causa que produce un efecto.
La segunda forma en que influye el karma en la existencia de una persona es a través de la experiencia y la manera en que esta juzga sus experiencias,sus alegrías y sus sufrimientos.
Los sentimientos que nos asaltan en cada ocasión suelen estar determinados por nuestras reacciones ante lo que nos ocurre.
Siguiendo con el ejemplo de una persona de temperamento colérico,esta tenderá con frecuencia a ser víctima de la rabia y experimentará sensaciones de profundo trastorno,físico y mental; sentirá dolor,desesperación y abandono,lo cual le hará padecer estallidos de ira en un intenso extremo de autodefensa.Todo ello dejará una impronta en la mente de la persona,de manera que tenderá a atribuir a situaciones similares significados similares,perpetuando su manera de actuar ante ellas.
Por el contrario,si esta persona decidiera practicar la meditación,podría analizar con mayor serenidad y precisión las situaciones,evaluar su auténtico significado y reaccionar ante ellas de manera totalmente distinta,con sentimientos y acciones diferentes.
Así pues,se trata de verdaderos reflejos condicionados,de auténticas tendencias mentales que tienen su origen en nuestro pasado.
Obviamente,quien crea en la reencarnación llegará a la conclusión de que estas tendencias se han formado también en el curso de las vidas anteriores.
Es en la acción,en el trabajo,entendido como el conjunto de la existencia vivida con conciencia y dignidad,donde está la clave para sortear la constricción del karma.
Es a través de la evolución digna y honesta de la existencia,unida a la conciencia de que todo lo que hacemos es en honor del universo o del ente superior,como podremos alcanzar la liberación.


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