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domingo, 2 de junio de 2013

La dieta

Somos lo que comemos,he aquí una afirmación verdadera en más de un sentido.El alimento es necesario para nuestro bienestar físico.
Pero,además de ello,ejerce también un efecto sutil sobre nuestra mente,puesto que la esencia del alimento forma la mente.Una dieta natural,es decir,pura o "sátvica",se basa en alimentos frescos,ligeros y nutritivos,como la fruta,los cereales y las verduras.Mantiene el cuerpo esbelto y flexible y la mente aguda y clara,el estado más adecuado para la práctica del yoga.
Una dieta pura y moderada,rica en prana,resulta la mejor garantía de salud mental y física y aporta armonía y vitalidad tanto al cuerpo como a la mente.
La manera yóguica de comer es,simplemente,la más natural.
El sol,el aire,el suelo y el agua se combinan para producir los frutos de la tierra: verduras,frutas,legumbres,frutos secos y semillas.Todo lo bueno que obtenemos de estos alimentos nos llega de primera mano.Por el contrario,lo bueno que se obtiene de comer carne,pescado o aves nos viene de segunda mano: consumimos la carne de seres que antes han procesado la energía natural extraida de diferentes plantas.
La carne animal contiene una elevada proporción de toxinas (el 80% de los casos de envenenamiento alimentario están causados por la carne o por productos cárnicos)y tiende a ser causa de enfermedades.
También carece de las vitaminas y los minerales vitales y contiene más proteínas de las que necesitamos.Al comer carne,estamos oblogando a nuestro cuerpo a que se adapte a una dieta antinatural,para la cual no está diseñado.
La dentadura y los intestinos del hombre son muy diferentes de los de un carnívoro,de hecho,tenemos la anatomía y la fisiología muy parecida a la de los primates,consumidores de fruta.
Pero,a parte de importantísimas consideraciones de salud y de bienestar naturales,comer carne es ineficaz,además de suponer un desperdicio (y una esclavización y asesinato de seres vivos como nosotros!).
Para producir medio kilo de carne,se necesitan muchos kilos de cereales; la alimentación que se "dilapida"es la usada para proveer de energía al animal.
En cuanto procesadores de proteínas,los animales vivos son ineficaces.Una hectárea sembrada de cereales producirá cinco veces más proteínas que una hectárea dedicada a la cría de animales para consumo humano.
Y las cifras correspondientes a las legumbres (diez veces más)y a las verduras de hoja (quince veces más)resultan todavía más sorprendentes.
Para establecer una dieta natural debemos,además,preguntarnos si podemos consumir con la conciencia tranquila la carne de un ser viviente,de un ser que la mayoría de las veces por no decir todas,ha sido sometido a las formas de matanza más bárbaras que cabe imaginar.
En el llamado mundo civilizado nos hemos abstraido y distanciado de los horrores de las industrias cárnicas.Enfrentados con porciones pulcramente empaquetadas de carne o de pescado,ya no establecemos conexión alguna entre el producto y el animal al que,innecesariamente,se ha dado muerte por causa nuestra.
Ahimsa,la santidad de todas las criaturas vivientes,se cuenta entre las leyes supremas de la filosofía yóguica y no podemos pasarla por alto si nuestro objetivo es el crecimiento espiritual.
Para el yogui toda la vida es sagrada: cada criatura es una entidad viviente,dotada de corazón y emociones,que respira y siente,de modo que comer algún producto animal es inconcebible.
Una vez que tomamos conciencia de cuál es el origen de lo que comemos y de la forma en la que nos afectan,la mente va abriéndose poco a poco y llegamos a darnos cuenta de que todos los seres vivientes son criaturas divinas como nosotros.

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