Parásitos y microbios

Lo que enferma al hombre no entra en su cuerpo por obra de los microbios que vienen de afuera,sino que se elabora en las putrefacciones intestinales de su vientre afiebrado.
Estos productos de putrefacción son los que dejan mácula en el cuerpo e impurifican la sangre.Según esto,cuando oigamos hablar de infecciones,pensemos siempre en putrefacciones elaboradas en un aparato digestivo afiebrado.
Respiarando aire puro,manteniendo buenas digestiones y una actividad eliminadora a través de la piel,los riñones y los intestinos,nadie puede morir aunque viva entre microbios.
Mientras se procura instruir al público acerca de los peligros que el microbio representa para la vida del hombre,poca o ninguna importancia se ha dado a la acción de los parásitos,cuya contaminación es funesta para la humanidad.
La diferencia esencial que existe entre los parásitos y los microbios está en que los primeros se nutren de los alimentos con que se mantiene el individuo que los aloja,o a expensas de su sangre y materias vivas de su cuerpo,como sucede con las lombrices,la triquina,los piojos...En camio,los microbios se desarrollan en las putrefacciones de materias orgánicas,las cuales requieren sustancias muertas y temperatura febril.El microbio se nutre de estas materias putrefactas,cuya disgregación favorece,realizando una obra de saneamiento  en el cuerpo análoga a la de esas aves que se alimentan de cadáveres en descomposición.
Vemos,pues,que así como los parásitos son elementos de perturbación para el hombre,los microbios constituyen un aliado de la vida orgánica porque,al nutrirse de sustancias perjudiciales para el organismo,favorecen su eliminación,lo que equivale a ayudar al saneamiento de la sangre y tejido del cuerpo.
La enfermedad,que es anormalidad y desorden,no puede tener por causa una acción armónica y ordenada como la que desempeñan los microbios,los cuales obran conforme a la ley natural.
La vida orgánica precisa de la acción microbiana para subsistir y desarrollarse.Sin microbios es imposible la vida vegetal o animal.En efecto,las plantas y los árboles tienen sus raíces en la tierra,pero no se alimentan de este elemento.Si los árboles incorporasen la tierra a su economía,a medida que su tronco se desarrollara irían dejando un hoyo a su alrededor,cuando ocurre precisamente lo contrario.Las raicillas de árboles y plantas incorporan sustancias misteriosas elaboradas por los microorganismos actúan en la tierra con una temperatura y humedad determinadas.
Según la teoría que atribuye al microbio las enfermedades,un hombre sano puede convertirse en enfermo por una repentina infección.Sin embargo,la naturaleza no hace nada a saltos,de manera que,para pasar del estado de salud al de enfermedad,se requiere un proceso de desorganización de desarrollo más o menos largo y lento.
Conviene saber que los microbios no pueden vivir separados del terreno malsano que disgregan,de manera que para inocularlos,deben ir en el virus en que se cultivan.Así,lo que produce la enfermedad del individuo inoculado es el envenenamiento de su sangre por esta ponzoña y no por el microbio.
Las especies de microbios varían como las lombrices,según la calidad del terreno y la temperatura.Así,en el intestino a 37º,tenemos los benéficos bacilos de la digestión.A medida que se afiebra el vientre,aparecerán los dañinos microbios de la putrefacción y por fin,los de la intoxicación,como en el tifus abdominal.
Cuanto mayor es la fiebre,más tóxicos son los microbios,porque se alimentan de materias más corrompidas y a su vez,eliminan más venenos.
No hay forma de probar con lógica,vale decir,científicamente,que una infección que implica impurificación orgánica,pueda desaparecer introduciendo en el cuerpo tóxicos en drogas,sueros,vacunas e inyecciones,los cuales,en todo caso,agravarán la impurificación existente,atacando más fácilmente la vida del cuerpo que la del microbio que se persigue.
Así en la viruela se habla de infección a pesar de la inexistencia del microbio  que debe transmitir el mal.Mientras que para la medicina ortodoxa,la viruela es transmisible por infección de un enfermo a una persona sana,aun cuando en esta dolencia no intervienen ni microbios ni parásitos,para la medicina natural constituye una crisis purificadora,que supone una activa defensa orgánica en el paciente,dirigida a expulsar del cuerpo materias corrompidas que se han acumulado en él.De ahí la producción de pústulas supurantes,característica de esta crisis purificadora.
Tanto la temida viruela como todas las afecciones eruptivas de la piel,conocidas con los nombres de sarampión,alergias,escarlartina,urticarias,llagas...revelan actividades defensivas de organismos generalmente jóvenes,los cuales poseen suficiente vitalidad para provocar en la superficie del cuerpo crisis eliminadoras de materias corrompidas,acumuladas en su interior por herencia de sangre maleada o por putrefacciones intestinales crónicas.
Según esto,en estas actividades purificadoras actúa la propia fuerza del organismo afectado,que expulsa al exterior materias extrañas y perjudiciales.Se explica así que no exista microbio causante de la viruela,como tampoco se ha descubierto el bacilo repsonsable de las demás fiebres eruptivas.
La vacuna tiene la triste propiedad de paralizar  las defensas orgánicas,porque debilita la vitalidad nerviosa encargada de proteger la salud del cuerpo.
Al paralizar o evitar la defensa orgánica que procura expulsar del cuerpo aquello que le resulta perjudicial mediante erupciones en la piel,se le obliga a retener lo malsano que,en combinación con la ponzoña de la vacuna o inyecciones o sueros,acortan la vida del sujeto,conduciéndolo a una vida llena de achaques y dolores.
El concepto médico que atribuye la alteración o pérdida de la salud a una infección microbiana que actúa desde el exterior,es,pues,equivocado y engañoso.
Las vacunas,los sueros,las inyecciones,e incluso,las transfusiones de sangre son verdaderas infecciones porque corrompen el organismo por acción ajena a él.Lo mismo puede decirse del aire envenenado o de los alimentos tóxicos.